Por Rubén Friedmann
El encuentro con Adolfo Lubnicky lo teníamos como materia pendiente de esta Columna Deportiva desde hacia varios meses. Más exactamente, en el último encuentro de los uruguayos en Israel mientras charlábamos entre tantos amigos comunes, le pedí a Adolfo hacerle una entrevista, más que nada, para que las nuevas generaciones conozcan a un deportista que dejó su sello y marcó el camino en el basketball rioplatense.
Por distintas circunstancias el encuentro se fue postergando, hasta que en un atardecer de primavera, llegué a su casa en Ramat Gan y junto a Sara, la compañera de toda la vida, comenzamos a recordar su larga trayectoria en las canchas de todo el mundo.
La mesa del salón del living pronto quedó tapada de álbumes, recortes de diarios que se van poniendo amarillos, medallas y todo lo que Adolfo todavía guarda como un tesoro, en sus años de pivot defendiendo a distintos equipos y selecciones.
Cruzando el charco por un amor
– ¿Contanos cómo empezastes tu carrera de basquetbolista?
Empecé en la Asociación Cristiana en Buenos Aires, donde se hacían unos campeonatos internos y como yo era alto empecé a destacarme hasta que llegue a Macabi de Buenos Aires que en ese entonces estaba afiliada a la Asociación de Básquet y su equipo pertenecía a la Primera División. Ya en 1952 debuté en la Primera de Macabi.
– ¿Así que tuviste enfrente a los campeones del mundo de aquella época?
Claro, Argentina era campeona del mundo de 1950 y tuve la suerte de enfrentarme y más tarde ser compañero en la selección de Ricardo González, “el Mimbre” Furlong, y Hugo del Vecchio entre otros.
– O sea que fuiste un caso especial: tuviste compañeros a campeones del mundo del lado argentino y años más tarde a medallistas olimpicos del lado uruguayo……
Y la verdad es que mi carrera fue muy especial. En 1955 por ejemplo, en el Sudamericano que se jugó en Cucuta, Colombia, yo estaba en la selección argentina y como siempre, los partidos contra Uruguay eran verdaderos clásicos. La rivalidad era enorme, aumentada en ese entonces por las tirantes relaciones políticas entre el gobierno de Perón y el gobierno uruguayo. En ese partido convertí el último doble que le dio el triunfo a Argentina, pero Uruguay salio campeón sudamericano. En Uruguay estaban Oscar Moglia, Heber Mera, Costa, el salteño Ramiro Cortes…
– ¿Todos contentos entonces?
Nooo, que contentos, salir segundos detrás de Uruguay no te podía poner contento, y más que Argentina había perdido la medalla olímpica en Helsinky años antes.
-¿Entonces tu llegada a Montevideo no tuvo nada que ver con asuntos políticos?
No, fue porque conocí a Sara, que era nacida en Uruguay. Ella vino de visita a Buenos Aires y en un baile de Purim que se hizo en River nos conocimos.
– ¿Eligieron a Sara de Reina Ester?
(Risas) No, no es para tanto, pero empezamos a salir y yo me fui a vivir Montevideo en 1956 y tuve que quedar sin jugar oficialmente dos años porque ese era el reglamento en ese entonces. Practicaba en el gimnasio de Atenas para no perder forma e incluso jugué los dos partidos que se hicieron después de la caída de Perón para reanudar las “relaciones deportivas” entre ambos países: se jugó un partido en el Palacio Peñarol que ganó Uruguay y otro en el Luna Park de Buenos Aires que ganó Argentina. Esos fueron mis últimos partidos vistiendo los colores albicelestes. Antes incluso llegué a jugar por Argentina en los Juegos Panamericanos que se hicieron en Ciudad de México y fuimos subcampeones detrás de los Estados Unidos.
– ¿Y cuando pudiste volver a jugar?
Al final jugué un poco en Atenas y después pedí pase para Macabi, que se llamaba Macabi–Hacoaj, y que en ese entonces militaba en 3ra. de ascenso.
– ¿Nada fácil jugar en ese entonces en la divisional?
Había canchas donde era difícil jugar, eran canchas abiertas, sin parquet y si había viento los tiros al aro se te podían ir para cualquier lado.
Campeón sudamericano de clubes con Sporting y después con la celeste a un mundial.
– Sin embargo no se olvidaron de vos y llegaste a jugar en la selección uruguaya, y reforzaste a Sporting en el primer Sudamericano de Clubes Campeones. ¿Qué nos podes contar de esa época?
Bueno, con Sporting viajamos Nelson Chelle (de Atenas) y yo como refuerzos. Teníamos un cuadrazo con Costa, Rosello, Baliño, Lleras, Pagani, Irigoyen, Aransadi, entre otros. El campeonato se hizo en Quito y salimos campeones invictos. Le ganamos a San Lorenzo que era el campeón argentino y la final fue inolvidable porque ganamos después de tres alargues a Olimpia de Asunción 75-71.
– Después fuiste con la selección al Mundial de Chile…
En ese entonces todavía no tenía la ciudadanía uruguaya, pero los mundiales (a diferencia de las olimpiadas) eran por federaciones y no por países, o sea que podía jugar en la selección uruguaya sin ser todavía uruguayo. Fue en 1959 y estuvimos en la serie que se jugó en Antofagasta contra Bulgaria y Filipinas; porque Puerto Rico que tenía que jugar en esa serie desistió a último momento y no vinieron a jugar. En ese torneo estuvieron en el plantel Mattos, Otero, el Inglés Blixen , Hebers Mera, pero no vinieron ni Moglia ni Costa. No pudimos clasificar a la rueda final que ganó Brasil y jugamos en la rueda consuelo en Valparaíso. Al final clasificamos en octavo puesto.
– ¿A vos se te conocía en todas las canchas por jugar con anteojos. No te molestaban?
En esa época los anteojos eran todos de vidrio y era peligroso jugar con ellos, pero cuando debí empezar a usarlos en 1954 me hicieron unos especiales en la óptica Lux Ferrando de la Calle Florida de Buenos Aires, con unos vidrios templados tipo parabrisas de coche, con unos armazones que me protegían de cualquier encontronazo. Incluso debí firmar una carta en la Federación Argentina de Básquet donde toda la responsabilidad era mía si me llegaba a pasar algo por usar lentes.
– ¿Y el jugar con rodilleras también fue algo especial tuyo?
No, eso lo aprendí en las Macabeadas de 1953. El básquet se jugaba en ese entonces en canchas abiertas de piso de bitumen o de baldosas, y eran muy comunes las lesiones de rodillas por las caídas. En esas Macabeadas vi que muchos jugadores jugaban con rodilleras y a la vuelta cuando pasamos por Italia me compre un par y empecé a usarlas hasta el final de mi carrera.
Una olimpiada y tres Macabeadas
– Ya que hablas de Macabeadas: ¿en cuantas participaste?
Estuve en tres: en 1953 vine con Macabi de Argentina, en 1961 y 1969 vine con Macabi de Uruguay. En 1953, Israel estaba recién construyéndose, nos llevaron de paseo por el país, fue una experiencia inolvidable porque lo comparó con lo que era Israel en ese entonces y lo que es hoy, todo lo que ha cambiado. Además vinimos en barco: tres semanas de viaje desde Buenos Aires a Haifa. Nos entrenábamos en la cubierta del Bretagne (así se llamaba el barco). En 1961 ya estaba Moglia con nosotros y salimos 3os.
– ¿Contame que pasó en las Macabeadas de 1969 con el torneo de básquet?
Para esas Macabeadas yo ya estaba en el final de mi carrera y venía como DT y jugador. En el equipo uruguayo jugaban también Julio González (hoy Goren) y Antonio Prieto que eran jugadores de Hebraica Macabi. La serie eliminatoria la pasamos fácil, pero llegó el partido de Cuartos contra los brasileños. El partido estaba muy caldeado, pero al final lo ganamos nosotros y clasificamos a semifinales. Cuando fuimos con Don Jose Fenyves (el mitológico delegado de Hebraica-Macabi) a arreglar los detalles de las semifinales, nos dicen los organizadores que quedábamos descalificados del campeonato por incluir a González y a Prieto que por no ser judíos no podían participar en los juegos. Se armó un escándalo muy grande, donde incluso intervino Igal Alon que era el Ministro de Educación y Deportes para lograr revertir la decisión de los organizadores, pero no hubo caso y quedamos muy amargados por ese suceso. Incluso la Federación de Básquet Israelí organizó tras los juegos, un encuentro entre nuestro equipo y la selección israelí como desagravio de lo acontecido y donde se nos entregaron medallas.
– Ese año hay olimpiadas, y vos llegaste a jugar con la celeste en los juegos olímpicos de Roma en 1960. ¿Qué te quedó de ese torneo?
Lo de vivir en la villa olímpica con tantos atletas que son verdaderas glorias es algo único. En cuanto al torneo, salimos 8os. En la serie nos fue bien: les ganamos a Polonia y a Filipinas. En la rueda final perdimos con los más fuertes: Estados Unidos, Rusia y Yugoslavia. Me acuerdo que López Reboledo, nuestro DT, nos dijo antes de enfrentar a los gigantes de Estados Unidos, que al final ganaron el torneo, que cada vez que tiremos al aro no vayamos al rebote ofensivo porque sino los americanos con sus ataques rápidos nos pasaban por encima. Así y todo perdimos por más de 50 puntos. En total jugué 12 veces con la camiseta celeste.
Hebraica macabi ayer y hoy
-Volvamos a Hebraica-Macabi. Te cuento que yo de chico los iba a ver con mi viejo y siempre me acuerdo de aquel quinteto donde estaban vo , Moisés Raszap, Armando Goldin, Rodolfo Kaminietzky, el Loco Klinguer, etc.
Bueno, esa fue la base con la que años más tarde se fue armando el equipo que fue subiendo de 3ra. de ascenso a 2da. y luego de mi retiro llegá a primera división. Después llego Oscar Moglia de Welcome, que estaba en el final de su carrera. Y en la fase institucional fue muy importante la construcción de la cancha que teníamos allá por Larrañaga (hoy Luís Alberto de Herrera) y Bulevar Artigas que más tarde se nos fue expropiada para construirse lo que hoy es la Casa de Gobierno.
– Esa cancha pese a ser abierta era bastante adelantada en esa época.
Sí, Jose Fenyves trajo el primer tablero electrónico y los dos primeros tableros de fiberglass al Uruguay.
– ¿Ahora en tu última visita a Montevideo pudiste presenciar algún partido de Hebraica–Macabi?
Bueno tuve el gusto de concurrir con mis amigos a ver un partido que jugó contra Welcome y fue importante saber que Hebraica ha vuelto a ser participe de la liga uruguaya luego de los años de estar desafiliado. Lo que me llamó la atención fue que el equipo no tiene el arrastre que tenia en mis tiempos y no son tantos los seguidores. En especial me faltó ver la gente joven alentando. Pero me enteré que llegaron a la final de la Liga Uruguaya y eso me puso contento.
-¿Te trajiste buenos recuerdos de tu última visita por el Río de la Plata?
Sí, en Buenos Aires los amigos de Macabi hicieron un encuentro con los compañeros de los años 50 y ahora que cambiaron el piso del gimnasio me regalaron una placa del parquet del viejo gimnasio donde jugábamos en aquellos tiempos con una dedicatoria. En Montevideo también tuve un encuentro con todos los amigos de Hebraica-Macabi y fue un placer recordar tan gratos momentos vividos.
Soy hincha de Macabi Tel Aviv y de Esteban Batista.
– ¿Seguis el básquet de Israel?
Lo sigo más que nada por TV desde casa, a veces vemos incluso con Sara los partidos juntos. Soy hincha de Macabi Tel Aviv desde que hicimos Aliá en 1982. Me hubiese gustado estar más metido en el básquet, dirigiendo a chicos, pero el idioma fue una barrera para seguir dedicándome a ello.
– Si hablamos de Macabi Tel Aviv, no podemos dejar pasar que esta temporada tienen al uruguayo Esteban Batista jugando como pivot, justamente en el puesto donde vos jugabas. ¿Cómo lo ves a Esteban?
Me gusta mucho como juega y como se ha ido integrando al cuadro a base de trabajo y mucho tesón, y se ha ganado el corazón de toda la hinchada. Ojala que se quede por mucho tiempo y que Macabi Tel Aviv gane muchos torneos con su ayuda.
– ¿Tenés en la familia alguien que sigue tus pasos?
Por suerte tengo una linda familia con 2 hijas y 4 nietos y uno de ellos. Eitan, juega al basketball en las divisiones juveniles de Macabi Rishon LeTzion y en el Liceo (colegio secundario) “Reali” de Rishon y por suerte le va muy bien.
– Por último Adolfo, algo más que nos quedó en el tintero?
Me gustaría decir que gracias al básquet hice muchos amigos y conocí el mundo, y doy las gracias a todos los que fueron compañeros adentro y fuera de la cancha, en especial a los de Macabi tanto en Uruguay como en Argentina.
Gracias Adolfo, y fue un gusto haber conocido una historia de un deportista que fue antes que nada un caballero en las canchas.
Al contrario, el gusto fue mío.
Fuente: Semanario Hebreo de Montevideo 24.04.08
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